No entendiste que te amaba.
No confiaste en mis palabras,
en mis gestos, en mis ganas.
¡No creíste que te amaba!
Vivías de tus vivencias
díscolas y frágiles.
Disfrutabas con amores,
de trasnoches y alboradas.
¡Pobre hombre que confunde
el amor con risotadas!
Sin haber notado nunca
que tras risas espontáneas
siempre había en el silencio
una lágrima encerrada.
ZAIDENA-24-04-09
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